Entrevista a Joaquín Julio, invidente

Joaquín Julio en su casa de la playa/M.Moragues
Joaquín Julio en su casa de la playa/M.Moragues
Existe algo que estremece sólo observando su rostro. No son sus ojos, es la fuerza de superación. Joaquín Julio guarda en su mente todos los obstáculos que ha debido de superar a lo largo de sus 42 años de vida. No ha sido fácil pero ha recibido la ayuda necesaria para poder continuar adelante con su minusvalía visual. Gracias al colegio Espíritu Santo de Alicante aprendió a leer y escribir en braille y lo más importante en su vida, la música. Actualmente es director de una agencia administrativa de la Once a pesar de poseer la licenciatura de Filosofía Inglesa. Es considerado un referente de progreso ya que vive una vida completamente normal sin la ayuda prácticamente de nadie. Su madre es su mayor apoyo, le ayuda a superarse diariamente y por ello siente gran admiración hacia ella.

Pregunta: En su vida cotidiana ¿le gusta que las personas le ayuden?

Respuesta: No me gusta que me ayuden pero considero que en ocasiones es necesario este apoyo, pero otras veces resulta agobiante. Soy una persona muy independiente pero en ocasiones considero precisa la ayuda de las personas videntes para poder cruzar los pasos de cebra u otras actividades cotidianas.

Pregunta: En las grandes ciudades están instalando unos dispositivos que avisan en qué momento se puede pasar un semáforo. ¿En su ciudad ya se encuentran en activo?

Respuesta: Si, toda persona invidente tiene un mando a distancia que activa el semáforo y en el momento en el que está verde hace un pequeño pitido. Estos utensilios están proporcionados por la ONCE y el Ayuntamiento de cada ciudad. Consiguen que de esta manera las personas invidentes poco a poco sean más independientes.

P: ¿Considera insuficiente las ayudas que reciben las personas con minusvalía visual?

R: Por supuesto, toda ayuda es poca. Todos los invidentes que están afiliados a una organización reciben subvenciones para comprar utensilios necesarios para desarrollar una vida normal como los programas para los ordenadores. Pero todavía queda mucho por conseguir.

P: Por motivos laborales vivió tres años sólo, ¿cómo consiguió ser totalmente autónomo?

R: Estuve en Requena en ese periodo de tiempo viviendo en un piso, por ello la ONCE me adjudicó una técnica en rehabilitación. La cual me enseñó cómo desarrollarme en la vida cotidiana, proporcionándome conocimientos domésticos desde las labores de limpieza hasta cocinar. Además me facilitó autonomía personal, me enseñó a conocer mejor el entorno social en el que debía convivir.

P: Pero existen otras actividades cotidianas como comprar ropa en las que se necesita la visibilidad. En este caso recibe ayuda por parte de…

R: En ocasiones me acompañan amigos o familiares próximos, pero otras veces acudo sólo. Ya que en las tiendas donde suelo comprar me conocen y las dependientas me ayudan a elegir las prendas de vestir que concuerdan más con mi estilo. Incluso me dan la posibilidad de llevarme la ropa a mi casa para que mi madre la vea y opine sobre ella.

P: ¿Utiliza el dispositivo proporcionado por la ONCE para distinguir el color de la ropa?

R: No, memorizo a través del tacto de las prendas de ropa su color. No me es necesario este aparato ya que desde pequeño realizo esta táctica para conocer qué color tiene y si combina con los pantalones o demás prendas. Y si alguna vez no puedo distinguir los colores me ayuda a mi madre o familiares próximos.

P: Es decir, su madre es su gran apoyo.

R: Sí, mi madre siempre ha sido mi pilar fundamental ya que me ayuda a superarme cada día más. Además mis familiares y amigos facilitan constantemente a desarrollar una vida de manera independiente y normal.

P: Si su minusvalía tuviera operación ¿se sometería a una intervención quirúrgica para poder ver?

R: En estos momentos no me gustaría operarme ya que desde que nací he convivido con esta minusvalía. Cuando era pequeño y no disponía de los conocimientos que ahora tengo sí que me llegó a preocupar, pero en ningún momento me he obsesionado.

P: ¿Qué le gustaría ver por primera vez?

R: La cara de mi madre ya que ha sido mi mayor apoyo y el Camp Nou, una de mis grandes pasiones.

P: Sus aficiones son…

R: La música, desde pequeño en el colegio aprendí a tocar diversos instrumentos. Pero siempre me he decantado por el piano y la batería, aunque me siento mucho más libre tocando el piano. También me gusta viajar, tanto sólo como acompañado. He visitado grandes ciudades como Barcelona y Madrid, en ocasiones con amigos y otras veces sólo. No me da miedo viajar, me gusta conocer nuevos lugares.

P: En el colegio aprendió a tocar varios instrumentos, ¿le proporcionaron otros conocimientos aparte de la enseñanza básica?

R: Sí, aprendí actividades deportivas como jugar al futbol, al básquet, ir en bicicleta. Todo aquello que aprende un niño, lo aprendí en el colegio Espíritu Santo. Es una escuela para chicos afiliados a la ONCE con ceguera o minusvalía visual. Allí se aprende al mismo ritmo que se les enseña a los otros niños en las escuelas. La única diferencia es como desarrollamos nosotros las actividades. Las personas ciegas juegan al futbol con un balón que tiene incorporado un cascabel, de igual manera en los demás deportes.

P: ¿Qué le parece que las autoridades hayan decidido que los niños invidentes deben acudir a colegios normales?

R: Me parece perfecto. La Once ahora proporciona profesores de apoyo los cuales ayudan a los niños invidentes en las tareas de enseñanza. En el momento en el que aprenden los alumnos a leer y escribir, los ciegos se enseñan el lenguaje braille. Además tienen horas extra en las que se les proporcionan conocimientos deportivos y musicales. Los niños aprenden a desarrollarse en su entorno y conocen como viven los demás.

Toda persona tiene un ángel, en este caso es Ángeles Escrivá. Tiene cuatro hijos, uno de ellos es Joaquín Julio. Desde que nació su hijo aprendió a cuidar y educar a una persona con minusvalía visual. Fue a los mejores médicos, especialistas en cegueras y educadores, hizo lo necesario para que su hijo pudiera ver. No había solución por ello a los seis años internó a Joaquín en el Colegio Espíritu Santo. Recuerda con sabor agridulce el primer día de colegio de su hijo. Era consciente de que este esfuerzo era necesario para que Joaquín aprendiera y llegara a ser una persona independiente.

P: ¿Cómo descubrió la ceguera de su hijo?

R: A los tres meses de vida llevé a mi hijo al médico para que le hiciera una revisión rutinaria. Fue ese día cuando el doctor me dijo que era ciego. Le enfocó una luz en los ojos y no parpadeó. Sabíamos que tenía algún problema en los ojos pero pensábamos que era bizco.

P: ¿Cómo reaccionó?

R: Fui sola, ya puede imaginarse cual fue mi reacción. Al salir del médico no sabía cómo llegar a casa. Pero en el momento en el que me conciencié del problema busqué soluciones.

P: Acudió a diversos médicos…

R: Sí, el primer doctor que visite fue en Valencia. Me dijo que no tenía ningún tumor en la cabeza que simplemente era ciego. Después acudí a Valladolid al doctor Nicolás Belmonte el cual no se creía que tuviera una minusvalía visual. Ya caminaba con tan solo un año. Para una persona ciega enseñarse a andar es muy dificultoso. Por ello me dijo que sería un niño muy listo. Y por último visitaba cada tres meses un médico en Barcelona. Hasta que me aconsejó que lo internara en el Colegio Espíritu Santo.

P: Una anécdota graciosa…

R: Joaquín siempre ha sido muy ostentoso y decía en el colegio que su padre ganaba un millón de las antiguas pesetas al día. Explicaba a sus compañeros de casa que en su casa había un pozo de petróleo. [Risas]

P: Si se encontrara en la misma situación, ¿educaría de igual manera a su hijo?

R: Sí, hicimos lo posible para que nuestro hijo pudiera ver. Llegó un momento en el que los médicos me dijeron que debía llevarlo a un colegio para niños ciegos. Le hemos educado como a nuestros otros tres hijos. Con la única diferencia que he hemos debido de prestarle una atención mayor.

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