Pasamos el tiempo esperando que llegue una fecha importante y nos olvidamos de la esencia de la vida: VIVIR. Dejamos que los días transcurran sin mayor importancia, deseando que nos ocurra un hecho que nos marque la vida. Y la vida, gracias a Dios, la marcas tú.
Todo ello cambia cuando piensas que tu existencia o la de un ser querido pueden acabar. ¡Qué ignorantes somos! No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Un día una mujer me dijo: “María, la vida es dura pero debemos vivirla, no queda otra”. Así es por muchos baches que encontremos en el camino, nacimos para vivir y no para morir. Para disfrutar de ella como si fuera el último instante. Aprender que uno no gana por tener las mejores cartas sino por saber jugarlas correctamente. Porque poseer grandes riquezas no te extingue de recorrer los malos tragos de la vida.
Hoy, un día de lluvia hace recapacitar. Darle importancia al mero hecho de ver como las gotas de agua se desprenden de las nubes para llegar rápidamente al suelo. Sin importar que haya en medio de ese recorrido. Así es la vida, buscar un objetivo, intentar conseguirlo a pesar de los millones de obstáculos que te encuentres para lograrlo. Al final la gota de lluvia llegará a enriquecer la tierra y pronto nacerá el fruto del trabajo.
No dediquemos nuestra vida a dejar ver pasar las nubes ni el sol. No contemos las veces que hemos visto el sol y la luna. Pensemos cuántas veces más podremos disfrutar de los grandes placeres de la vida. Y tan solo deja que la vida te enriquezca de la experiencia.
Vive y deja que los demás vivan. Por un mundo mejor y sobre todo por una existencia incalculable.
No dejes pasar la nubes o el sol
Pasamos el tiempo esperando que llegue una fecha importante y nos olvidamos de la esencia de la vida: VIVIR. Dejamos que los días transcurran sin mayor importancia, deseando que nos ocurra un hecho que nos marque la vida. Y la vida, gracias a Dios, la marcas tú.
Todo ello cambia cuando piensas que tu existencia o la de un ser querido pueden acabar. ¡Qué ignorantes somos! No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Un día una mujer me dijo: “María, la vida es dura pero debemos vivirla, no queda otra”. Así es por muchos baches que encontremos en el camino, nacimos para vivir y no para morir. Para disfrutar de ella como si fuera el último instante. Aprender que uno no gana por tener las mejores cartas sino por saber jugarlas correctamente. Porque poseer grandes riquezas no te extingue de recorrer los malos tragos de la vida.
Hoy, un día de lluvia hace recapacitar. Darle importancia al mero hecho de ver como las gotas de agua se desprenden de las nubes para llegar rápidamente al suelo. Sin importar que haya en medio de ese recorrido. Así es la vida, buscar un objetivo, intentar conseguirlo a pesar de los millones de obstáculos que te encuentres para lograrlo. Al final la gota de lluvia llegará a enriquecer la tierra y pronto nacerá el fruto del trabajo.
No dediquemos nuestra vida a dejar ver pasar las nubes ni el sol. No contemos las veces que hemos visto el sol y la luna. Pensemos cuántas veces más podremos disfrutar de los grandes placeres de la vida. Y tan solo deja que la vida te enriquezca de la experiencia.
Vive y deja que los demás vivan. Por un mundo mejor y sobre todo por una existencia incalculable.
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