Profesor: Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte. Definición a la que le añadiría, profesión más cuestionada de España. Todos los políticos de nuestra nación se empeñan en modificar la enseñanza según sus preferencias o valores sin tener en cuenta, en la gran mayoría de los casos, la opinión de los docentes.
Hoy nos despertábamos con la noticia de que el pedagogo José Antonio Marina será el encargado de redactar el Libro blanco de la profesión docente. No pondré en duda su valía, quien seré yo, pero sí sus afirmaciones.
En dicho libro se planteará la posibilidad de distinguir a los “buenos y malos profesiones” y además se estudiará si remunerará económicamente a los profesionales según sus objetivos. ¿Quién lo valorará? Un comité de “expertos” en la materia. Sí, expertos entre comillas porque ya me conozco yo quiénes serán. Personas afines a las políticas del gobierno de turno, ¿verdad? Déjenme que les cuestione, la corrupción es el gran mal de la alta sociedad española. Pero lo que me parece más grave es: ¿qué parámetros seguirán para dicha evaluación?
Recuerdo perfectamente aquellos años en la escuela y la universidad. Definía a los profesores según mi conveniencia, algunos eran buenos y otros “malos”. No era ignorancia sino juventud. Tras unos años de reflexión puedo asegurar que cada uno de ellos aportó a mi vida un nuevo concepto o visión, que gracias al profesorado y a la educación de mis padres hoy soy una mujer de provecho. ¿Y los “expertos” serán capaces de valorar esto? Porque yo en su momento no lo hice y han tenido que transcurrir los años para que me diera cuenta de la importancia de sus charlas, sus consejos, sus enfados y sobre todo su sabiduría.
Un docente no es mejor que otro por el número de niños aprobados en clase. Tampoco lo es por la evaluación de sus alumnos, a las pruebas me remito. Y mucho menos por la opinión de su superior. Considero que la mejor evaluación de un profesor es que pasen los años y sus alumnos sigan recordando sus lecciones, su manera particular de impartir una clase y el cariño que ofrecía a sus estudiantes. Todo lo demás es competitividad.
Me niego a que los profesores trabajen por objetivos mientras los políticos españoles cobran SUELDAZOS y a final de legislatura no han cumplido ni un 40 % de sus promesas electorales. Políticos españoles, antes de dar lecciones de profesionalidad, analicen sus trayectorias. Seguramente no se merecen ni la mitad del salario que han adquirido porque no aportaron ni un grano de arena para conseguir que nuestra sociedad fuera más culta. Nada que ver con la gran labor que desempeñan diariamente los docentes.
Señores políticos, los profesores son tan cultos que ni sus riquezas les producen envidia.
¿Los profesores deben cobrar por objetivos?
Profesor: Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte. Definición a la que le añadiría, profesión más cuestionada de España. Todos los políticos de nuestra nación se empeñan en modificar la enseñanza según sus preferencias o valores sin tener en cuenta, en la gran mayoría de los casos, la opinión de los docentes.
Hoy nos despertábamos con la noticia de que el pedagogo José Antonio Marina será el encargado de redactar el Libro blanco de la profesión docente. No pondré en duda su valía, quien seré yo, pero sí sus afirmaciones.
En dicho libro se planteará la posibilidad de distinguir a los “buenos y malos profesiones” y además se estudiará si remunerará económicamente a los profesionales según sus objetivos. ¿Quién lo valorará? Un comité de “expertos” en la materia. Sí, expertos entre comillas porque ya me conozco yo quiénes serán. Personas afines a las políticas del gobierno de turno, ¿verdad? Déjenme que les cuestione, la corrupción es el gran mal de la alta sociedad española. Pero lo que me parece más grave es: ¿qué parámetros seguirán para dicha evaluación?
Recuerdo perfectamente aquellos años en la escuela y la universidad. Definía a los profesores según mi conveniencia, algunos eran buenos y otros “malos”. No era ignorancia sino juventud. Tras unos años de reflexión puedo asegurar que cada uno de ellos aportó a mi vida un nuevo concepto o visión, que gracias al profesorado y a la educación de mis padres hoy soy una mujer de provecho. ¿Y los “expertos” serán capaces de valorar esto? Porque yo en su momento no lo hice y han tenido que transcurrir los años para que me diera cuenta de la importancia de sus charlas, sus consejos, sus enfados y sobre todo su sabiduría.
Un docente no es mejor que otro por el número de niños aprobados en clase. Tampoco lo es por la evaluación de sus alumnos, a las pruebas me remito. Y mucho menos por la opinión de su superior. Considero que la mejor evaluación de un profesor es que pasen los años y sus alumnos sigan recordando sus lecciones, su manera particular de impartir una clase y el cariño que ofrecía a sus estudiantes. Todo lo demás es competitividad.
Me niego a que los profesores trabajen por objetivos mientras los políticos españoles cobran SUELDAZOS y a final de legislatura no han cumplido ni un 40 % de sus promesas electorales. Políticos españoles, antes de dar lecciones de profesionalidad, analicen sus trayectorias. Seguramente no se merecen ni la mitad del salario que han adquirido porque no aportaron ni un grano de arena para conseguir que nuestra sociedad fuera más culta. Nada que ver con la gran labor que desempeñan diariamente los docentes.
Señores políticos, los profesores son tan cultos que ni sus riquezas les producen envidia.
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