Diario de una runner

Corriendo en la Cursa de la Dóna
Corriendo en la Cursa de la Dóna

Después de mi primera carrera como runner, he decidido aportar mis experiencias como corredora y dar mi visión particular sobre el mundo deportivo.

Decidí correr cuando dejé de fumar, era mi vía de escape, era mi momento de desconexión. Necesitaba caminar, correr o gritar para deshacerme del estrés. Opté primero por caminar ya que correr era demasiado para mí, me ahogaba. 60 intensos minutos caminando casi todos los días para entrenar mi mente y también mi cuerpo. Poco a poco, fui aumentando la velocidad hasta llegar a correr 1 kilómetro. ¡Uff! Fue un logro. Desde ese momento, me puse el primer reto. Debía correr la “Cursa de la Dona”, eran tan solo 4’5 kilómetros. Me preparé física y mentalmente para conseguir mi objetivo. Me propuse correr 3-4 kilómetros de 3 a 4 veces por semana y lo logré. Fue mi primera satisfacción como corredora.

Muchos de vosotros creeréis que correr 4 kilómetros es sencillo, que cualquier persona podría conseguirlo, pero os aseguro que necesitas una preparación. Es imprescindible que el runner se sienta seguro de que va a conseguirlo y que nada ni nadie se lo va impedir.

Cuando superas la barrera de los 4-5 kilómetros, ya puedes superar cualquier de los retos que te propongas, siempre con constancia y muchas ganas.

Continué corriendo, solo como hobbie, sin  ningún nuevo reto ya que estaba en el extranjero y me suponía un gran esfuerzo. Pero al volver a mi querida Gandia, me propuse marcar nuevas metas, nuevos objetivos. Por ello, decidí correr la carrera de Palmera. Al principio eran 7 kilómetros, me preparé para ello. Corría 3 veces por semana, y variaban el número de kilómetros, 5, 6 y a veces 7. El problema llegó el día de la carrera, no eran 7 sino 8. Quería morirme. Comencé con mucha intensidad, gran fallo por mi parte, al 3º kilómetro comenzaron a venirme a la cabeza pensamientos muy negativos del tipo: María, ¿qué haces aquí?, No la vas a acabar, te sientes pesada… Hasta que cambié el chip, reducí la velocidad y sobre todo controlé mi mente, debía disfrutar cada uno de los kilómetros que pudiera correr y llegar a la meta. Al 7º km, el flato se apoderó de mi lado derecho, creía que me ahogaba pero continué, me quedaban 1.000 metros, tenía que “tirar el resto”. Y así lo conseguí, llegué a la meta con la mejor de mis sonrisas, mi objetivo estaba cumplido. El flato había desaparecido, mis piernas hubieran podido correr 8 kilómetros más y mi yo interior bailaba al son de la mejor banda de música. El mejor premio fue encontrarme a mis amigos y a mi padre, orgullosos de mí, de ver que había apostado por algo y lo había logrado.

El deporte es la mejor manera de escapar de los problemas, durante los minutos que lo desees, estaréis la naturaleza y tú. El aire moldeará tu cuerpo y la cabeza se quedará en blanco. Y cuando te propongas un objetivo, sentirás la adrenalina corriendo por tus venas, por tus músculos. Y por último, lograrás tu meta y notarás que eres grande, que aunque te haya costado, lo has conseguido.

El deporte te aportará tanto que no podrás dejar de practicarlo. Disfruta, siente y sobre todo sonríe. Hacer deporte no es un sufrimiento, es un placer.

En la meta de la carrera de Palmera
En la meta de la carrera de Palmera

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