Cuando los sobres servían para mandar cartas de amor…

Carta de Vicente Moragues a Ángela Alandete en 1980/ M.Moragues
Carta de Vicente Moragues a Ángela Alandete en 1980/ M.Moragues
 
Hubo un tiempo en el que las comunicaciones solo se llevaban a cabo gracias a las cartas o al boca a boca. Sentías incertidumbre cuando el cartero llamaba a tu puerta, ¿quién será el remitente?, ¿a quién irá dirigida… Preguntas que solo te formulabas en ese mismo momento.
En otras ocasiones, sabías perfectamente quién escribía esa carta pero desconocías que ponía en ella. Es decir, sentíamos titubeo y nervios.
Al abrir el sobre, se abrían los sentimientos. Una nube de emociones salía de aquellos papeles. Alegrías y tristezas hemos recibidos a través de cartas, pero siempre en estado puro.
Nada de ello se ha perdido con el tiempo. Según el periódico El Mundo, el ex tesorero del PP pagó sobresueldos a varios dirigentes del partido, a través de sobres confidenciales. Si dicho diario tiene razón, algunos de los componentes de la cúpula popular sentirían esa incertidumbre y ese miedo por saber qué contenían.
Una explosión de placer, sentimientos contradictorios. Si tenemos en cuenta que estos sobres, presuntamente  contenían dinero negro, los dirigentes sentirían miedo por estar contribuyendo a una trama muy poco legal. Pero, en cambio, también les producirían alegría.  Podrían invertir este dinero negro en sus numerosos caprichos, fiestas en las que el confeti se compraba a sacos (4.000 euros) o en trajes que después eran regalados.
Los sobres también han contenido información confidencial, que escondías para que nadie fuera partícipe de esa relación tan profunda entre el receptor y emisor. Éramos conscientes que si alguien podía adentrarse en aquella información, cabía la posibilidad que los sentimientos emitidos fueran una voz a gritos. En la actualidad ocurre lo mismo, los dirigentes del PP, presuntamente, han sentido miedo, no deseaban que esas “emociones” vieran la luz, detestaban que la sociedad conociera de primera mano que había en los tan escondidos sobres.
Es hora de que ese trozo de papel solo sea el mero medio para transmitir pensamientos o vivencias, no para contener dinero de procedencia turbulenta. Que nadie nos quite la ilusión. Que nos emocionemos cuando el cartero llame a nuestra puerta para hacerte llegar las informaciones deseadas, no para recibir un puñado de dinero de negro origen, aunque “no te conste”.

 

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